lunes, 10 de octubre de 2011

LA INICIACION





 LA INICIACIÓN  O EL RITO DE PASO



Los ritos de paso son un tipo de ritos comunitarios que celebran el movimiento social de los individuos, entrando o saliendo de los grupos, marcando la transición de un estado a otro en la vida. La mayoría de ellos se centran en una etapa de transición, conocida como “Liminar”, que significa frontera, umbral, y que se refiere a la inseguridad ante los momentos de cambio.
El nacimiento, la pubertad, el matrimonio o la muerte son ocasiones para celebrarlos debido a su implicación pública, es decir, que no sólo la persona que realiza estos cambios es la involucrada, sino que su entorno tambíen debe adaptarse a ellos. Su función es dar reconocimiento a todas las nuevas relaciones que surgen o se modifican.
Existen una serie de pautas a seguir en su realización, a pesar de las diversas culturas que los practican. Por una parte, las personas que cambian de etapa son separadas de las rutinas de su vida anterior. Por otra, se dan pasos físicos y simbólicos que aseguren la superación del status anterior. Se podría decir que existe un componente de muerte y resurreción del yo: “lo que yo soy antes del ritual muere para dar paso a un nuevo ser después o durante el mismo”. Algunas tribus de África envolvían al candidato en pieles, como representación del vientre materno, como si volviera a nacer. Despúes de esto, los participantes vuelven a su vida normal.


La existencia de ritos de paso es una de las constantes antropológicas que caracterizan al ser humano de manera más universal y que, por tanto, no se resiente de la evolución económica y social. Los ritos cambian de cara y con ellos las costumbres correspondientes, pero su esencia sigue muy viva, en parte porque las diversas edades y ciclos del ser humano no están regidos por lo social, sino por lo natural. Según el estudioso francés Arnold van Gennep, este tipo de ritos se estructuran en tres fases: separación, transición y reincorporación. Es complejo aplicar esta división a la mayoría de ritos tal y como los concebimos hoy. Lo que está claro es que el aparato ritual que comportan tiene como objetivo reforzar la cohesión, primero familiar y luego comunitaria, del individuo que los pasa. Los bautizos, las bodas, los entierros, etc., marcan las fases y también los derechos y deberes del individuo. Además, poseen un marcado carácter socializador: los regalos que se hacen en ellas, así como las felicitaciones -o los pésames en los funerales- implican solidaridad e integración en el grupo. Todo ello refuerza los límites simbólicos de la comunidad familiar.