miércoles, 2 de marzo de 2011

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EL UROBOROS

El Retorno

El Uroboros es el dragón que se muerde su propia cola, y simboliza los aspectos cíclicos de la obra. El alquimista puede hacer cálculos erróneos y por eso debe comenzar de nuevo, y a través de este proceso de prueba y

error adquiere conocimiento. Este proceso es como un ciclo de la naturaleza: el renacimiento milagroso de la primavera lleva a la madurez del verano y la abundante bendición del otoño. Las semillas caen a la tierra cuando las garras del frio invierno traen la necesaria hibernación antes de que el calor de la primavera traiga una nueva vida para empezar de nuevo. Como el dia cae tras la noche, la esperanza llega tras la desilusión. Todos estos ciclos forman parte del plan cósmico.

M.E. Warlick









LAS 4 ESTACIONES DEL ARTEN ATIVO


Para la medicina de la tierra cada estación representa un periodo del crecimiento y desarrollo humano. Cada estación igualmente esta asociada a los 4 puntos cardinales y a un momento del día así como a una función especial…."El camino de cada hombre se encuentra en su propio corazón. Allí encuentra todas las verdades de la vida. "

ARTE RUPESTRE

Se conoce como arte rupestre a los rastros de actividad humana o imágenes que han sido grabadas o pintadas sobre superficies rocosas.

En su paso por el mundo, el hombre ha dejado plasmadas en cuevas, piedras y paredes rocosas, innumerables representaciones de animales, plantas u objetos; escenas de la vida cotidiana, signos y figuraciones geométricas, etc., obras consideradas entre las más antiguas manifestaciones de su destreza y pensamiento. Antes del desarrollo de la escritura, las sociedades humanas posiblemente registraban ya, mediante la pintura y el grabado en piedras, una gran parte de sus vivencias, pensamientos y creencias.

Expresadas de una manera muy sintética, estas manifestaciones son el reflejo de la capacidad intelectual de la humanidad para abstraer y representar su realidad.

Su denominación como “arte” no significa que se trate de objetos artísticos en los términos y con las finalidades con que hoy los entendemos desde nuestra cultura occidental. Ésta es sólo una más de las formas como se ha intentado definir su significado. Lo “rupestre” hace referencia al soporte en que se encuentra (del latín rupe: roca). Quizás sea más indicado el término manifestaciones rupestres, pues la palabra “arte” implica darle un sentido que no necesariamente coincide con el que le dieron sus ejecutores.

MANDALAS








El mandala -círculo sagrado, símbolo de sanación y totalidad- ha sido usado desde tiempos antiquísimos hasta nuestros días por las tradiciones espirituales de todo el mundo. Caminar, danzar, contemplar, dibujar y pintar mandalas puede ayudar a curar la sensación de fragmentación psíquica y espiritual, a manifestar la creatividad y a reconectarnos con nuestro Ser esencial.

Psicológicamente, los mandalas representan la totalidad de nuestro ser. Cada persona responde a ellos instintivamente, más allá de su edad, género, raza, cultura, etc. Internarse en el mundo de los mandalas se asemeja a un viaje hacia nuestra esencia, permitiéndonos ver zonas del camino hasta entonces desconocidas, y que brote la sabiduría de nuestro interior. Nos ayuda a centrarnos cuando estamos dispersos o perdidos y a encontrar la calma en medio de las tormentas.

Los diseños de los mandalas varían, pueden ser muy simples o extremadamente complejos, pero siempre mantienen similares características: un centro, puntos cardinales que pueden ser contenidos dentro de un círculo y cierta simetría. Fueron y son usados por Maestros espirituales, chamanes y sanadores, como fuente de sabiduría y forma de meditación.

ARTE ABORIGEN AUSTRALIANOS



Uno de los elementos que destaca en esta cultura es la fuerte conexión que los aborígenes sienten con la naturaleza. Esa intensa unión sienta las bases de su visión particular del mundo y del papel que cumple el ser humano en la Tierra y también impregna todos los aspectos de su vida diaria. Creen que el ser humano forma parte de una esencia superior que es la Naturaleza, de la cual forman parte los seres vivos y los muertos, desde la roca, la lluvia, la lombriz, o los árboles, hasta los canguros y los hombres. De acuerdo con esta concepción, el hombre no es un ser superior, sino que comparte el medio ambiente con el resto de los seres de la Tierra, y tan necesaria es la existencia de los lagartos como la suya propia. Para comprender mejor este gran aprecio y respeto que sienten por la naturaleza, debemos de considerar que estamos ante una sociedad de recolectores y cazadores, cuya supervivencia dependía exclusivamente de los bienes que obtuviesen de la naturaleza, de ahí la necesidad de preservarla y de mantener su equilibrio. Para preservar ese equilibrio, todos los elementos de la naturaleza debían ser tenidos en cuenta y todos tenían su función.
La función del ser humano es la de honrar a la Naturaleza y a sus elementos, mediante la práctica de rituales; se establece así una relación simbiótica, ya que el hombre recibe cobijo y sustento de la Naturaleza, y a cambio, ayuda a mantener el orden mediante rituales. Siguiendo este planteamiento, podemos entender que el aborigen australiano nunca perjudique el medio, sino que lo proteja. Esa veneración y esa unión que sienten con la Naturaleza la manifiestan materialmente mediante los tótems, que están vinculados con algún elemento o algún aspecto de la Naturaleza, al que una tribu, una casa o un individuo aborigen rinde culto. Mediante este sistema totémico, los aborígenes podían venerar a cualquier aspecto o elemento de la Naturaleza: la roca, la lluvia, la lanza, el lago, las flores, los animales o las plantas. Además, los aborígenes realizaron una clasificación de tótems desde los que eran de culto individual, hasta los de índole local, pasando por los vinculados con el sexo o con la familia.